- Renuncia, para así evitar el conflicto
-
Confusión: no se
atreven a quejarse o no saben hacerlo. La confusión genera tensión. Durante
este combate psíquico, las víctimas renuncian a su identidad propia. Pierden
todo su valor ante sí mismas.
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Duda: la víctima
no puede comprender y niega la realidad. Buscan razones que expliquen lo que
les ocurre, y al no encontrarlas, pierden su seguridad en sí mismas.
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Estrés: aceptar
la sumisión supone una tensión interior que contribuyen a disgustar menos al
otro. El estrés continuo puede hacer emerger un trastorno ansioso generalizado,
con aprensión y anticipación permanentes, tensión constante e hipervigilancia.
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Miedo: con el
fin de eludir la violencia, las victimas tienden a mostrarse cada vez más
amables y conciliadoras, lo cual, reactiva la violencia del agresor.
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Aislamientos: a
la hora de afrontar lo que les pasa, las victimas se sienten solas. Dudan de
sus propias percepciones y llegan a sospechar que están exagerando.
¿Cómo debemos actuar?
¿Es oportuno explicarle directamente a una persona víctima de género que lo que está viviendo no
es lo normal? ¿La intervención solo debe basarse en decirle que no debe
aguantar los malos tratos? Es imprescindible, brindar a las victimas un espacio
de seguridad y confianza; y evitar
los juicios de valor o cualquier interpretación o sugerencia que culpe,
directamente o no, a la mujer por los
malos tratos que ha padecido.
(Marie-France
Hirigoyen, “el acoso moral")
Jennifer Pintor González
Jennifer Pintor González
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